Acerca de las crisis de pánico y la inclusión

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Hace algún tiempo fui sorprendida por una paciente con crisis de pánico que se repetía desde hacía cuatro años. Él describió claramente sus síntomas y cómo había recorrido la vida con ellos durante todo ese tiempo, lo que me hizo recordar un viaje similar que yo experimenté hace años. Haber tenido yo misma la experiencia de sus síntomas y haber aprendido a surfearlos, comprender sus causas y darles un lugar en mi, me empoderó para acompañar este proceso de sanación desde la compasión y la real   humanidad.

Mirando y sintiendo al consultante, su cuerpo manifestaba expresiones ferales de pánico: ojos en alerta con el cuerpo tensado y la musculatura preparada para luchar o huir ante la amenaza de un depredador. Iniciar el viaje de las Constelaciones Familiares en ese estado no era muy auspicioso y, para hacerlo más complejo, me di cuenta que los pases mágicos de Somatic Experiencing podrían no ser suficientes.

Ante esto, decidí complementarlo con la Terapia Neural, derivando a la clínica Intersomos. El resultado no se hizo esperar, y la paciente sintió micro vivencias de su crisis, que me dieron la oportunidad de sostenerlo y contenerlo en vivo y en directo, mientras le entregaba un estímulo nuevo para desacoplar las sensaciones corporales desagradables del miedo. En este espacio de relación terapéutica, él pudo asociar que había otra persona que lo sostenía y cuidaba, permitiéndole vivir un nuevo maternaje.

Lentamente fue volviendo al hogar de su cuerpo: sus pupilas volvieron a danzar flexibles, su descolorida piel recobró el color y su cuerpo descargó la energía que lo preparaba para huir. Mientras lo hacía, la imagen de su niña asustada pudo volver y él pudo observar y contenerla, entregando un gran alivio a su cuerpo.

Las personas que experimentan crisis de pánico suelen ser muy amables y educadas, ya que tienden a guardar su rabia y ser complacientes para evitar los conflictos. Al acumular sensaciones negativas y palabras no dichas, el sistema acumula energía, la que se manifiesta y llama la atención a través de los síntomas de un trastorno ansioso o crisis de pánico.

A medida que él asentía, los  instrumentos de Somatic Experiencing tocaban música en su cuerpo, liberando suspiros, eructos y lágrimas que aumentaban la calma y lo tranquilizaban.

Al estar más estable, con su alma retornando a un cuerpo más tranquilo y en calma, pudimos retornar al presente y le pregunté cómo había sido el viaje de transformación de niña mujer a hombre.

Me relató cómo fue llevado por el flujo de la vida al encuentro con las hormonas, sus dos cirugías y su actual dosis periódica de hormonas. Con eso, me planteó si quizás las hormonas estaban activando sus crisis de pánico.

Mirando esta hipótesis, llegamos a convencernos que no debía ser el caso. Entonces, le pregunté si había hecho algún rito de despedida con su niña, y me dijo que no.

Entonces, le comenté acerca de los efectos de  la exclusión en los sistemas, tanto en los familiares como los intra-ser. Así, lo que se niega o excluye se hace presente clandestina e inconscientemente en el ser.

En los excluidos de los sistemas familiares, el alma familiar—que tiene como Ley que todos tienen derecho a pertenecer—toma a los excluidos y los incluye en alguien posterior, manifestándose como síntomas, destinos similares o características y rasgos de personalidad. Por eso la importancia de incluir a todo y todos por igual.

Dicho esto, lo invite a hablar con su niña, hablarle a los ojos y explicarle su cambio corporal. Además, le hizo ver la amplitud de su corazón para amar y la acogió en un lugar de su corazón.

Entonces, como es habitual en mi consulta, el campo de información tocó la puerta suavemente y se me vino a la mente una pregunta sobre si había mellizos o gemelos en la familia. Él me contestó que sí, que sus tías lo eran. Esto me recordó l@s much@s que vienen acompañados intrauterinamente y son dejados sorpresivamente, lo que provoca una primera depresión.

Esta información se acopló a la observación que había hecho de este joven hombre y percibí y sentí una profunda tristeza en la profundidad de su mirada. En ese momento, también recordé tambien una constelacion en Argentina, mientras todavía era alumna, en la que un joven homosexual llevaba en su alma una chica abortada y, por ende, excluida de su sistema familiar. 

Curiosa ante las posibilidades, abrimos una constelación donde situamos a los mellizos. La niña estaba mirando a su hermano. Las frases de verse, reconocerse, extrañarse y de enojo fueron provocando suspiros, descargas y lágrimas que iban confirmando que la niña que quedó viva llevaba el alma de su hermano dentro de ella. La fuerza de la lealtad y Lo Más Grande permitió que esa lealtad en el alma se expresara a través del cuerpo.

El paciente observó esta dinámica de amor y se sorprendió del amor de su hermana y la existencia de su hermano. Lo invité, entonces, a incluir a su hermano y a su niña. Lo invité a decirles: “Ahora los veo a ambos, y ahora los tengo a ambos en mi cuerpo y en mi corazón. Hermano, estás en mi cuerpo, hermana estás en mi corazón.” Lo miré mientras se secaba las lágrimas y le dije “Ustedes son muy bendecidos al poder llevar a ambos conscientemente y así poder amar sin distinción de género. Este es un regalo que hay que atesorar y cuidar, ya que eres parte de los miles de colores humanos en la paleta de la Divinidad”.

La conclusión de esta constelación fue que, si no hacemos un trabajo interno de incluir a los excluidos dentro de nosotros, nunca lograremos un mundo libre de exclusión. Las constelaciones familiares permiten que esta ley de inclusión se haga realidad. A nivel del alma, todos somos Amados tal cual somos.

Agradezco a Lo Más Grande por invitarme a ser un instrumento en esta constelación y poder ver en ella su amor.

Vilma Bustos.

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